El gozo del anuncio--indicativo--se prolonga con toda naturalidad en la llamada--imperativo--a vivir lo anunciado.
Dios quiere salvar de veras, respetando la irrenunciable libertad del salvado, no fuerza al hombre, sino que lo llama (imperativo) a esa salvacion que ya tiene, pero que solo puede florecer en la responsabilidad de su respuesta.
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